domingo, agosto 26, 2007

Respuesta a Juan Villarzú Blog El Merc. Distribución de la Riqueza

En el sector rural de Ancud donde vivo, mi vecino tiene una casa de los mismos m2 que la mía. Nuestras esposas se dedican a los hijos, (curiosidad de otros tiempos) y ambos matrimonio tenemos cuatro hijos de edades similares. Mi vecino gana mensualmente $ 2.400.000 líquidos. Yo gano, $ 1.100.000. Ambos tenemos empleada (en antiguo), que llevan años con nosotros - hoy nanas (volviendo a lo más antiguo) o asesoras del hogar (modernamente) – y el misma sueldo. Estos datos, domésticos, demuestran que las comparaciones no son tan simples como relacionar Chile y Estados Unidos con dos factores atingentes a una demostración. También puede servir para señalarnos que son las necesidades, los deseos, las urgencias de un empleador o usuaria de los trabajos, los servicios, la calidad, las especialidades del trabajador las que deben determinar el salario.
Establecer un sueldo “ético” significa tener una concepción de la moral. Moral consideramos un fenómeno humano de tipo colectivo que surge indudablemente, de nuestras aspiraciones y deseos y sobre todo, de la obligación que el grupo nos impone de tener en consideración las aspiraciones y deseos de los demás. Estos deseos proceden, en general, de tres fuentes: el egoísmo, la simpatía y la conciencia.
Bajo estas consideraciones, el mentado, mediático y ahora eclesiástico sueldo ético no debiera ser otra cosa que la conjugación de nuestros personales intereses y aspiraciones como empleadores, los intereses y aspiraciones de nuestros clientes y los intereses y aspiraciones de nuestros trabajadores. Estos tres actores debiéramos actuar en concordancia con normas éticas, como serían que los empleadores no ambicionásemos ganancias tipo industria bancaria, que nuestros clientes ambicionaran pagar el justo precio por nuestros bienes y servicios, siendo justo precio el que armoniza costo de adquisición, utilidad de ella y calidad y los trabajadores ambicionaren una retribución acorde con su conocimiento, especialización, habilidad y responsabilidad y se considerara sus necesidades de vida familiar, desarrollo y progreso material e intelectual.
La distribución justa de la riqueza, no pasa por fijar salarios por decreto. Mejoramos la distribución con decretos que impidan los insólitos intereses de los bancos y grandes tiendas, que determinen atenciones de salud adecuada y de costo mínimo, que ordenen sistemas educacionales eficientes y modernos a bajo costo. Que impidan a las empresas españolas nos esquilmen con las cuentas de agua potable, electricidad, teléfonos.

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