domingo, agosto 26, 2007

El Viejo Pascuero y las AFP El Merc blog 25 ago 07

La creación de don José Piñera (tenía que ser Piñera) que terminó con el sistema solidaria de pensiones y jubilaciones – junto con grandes poblaciones con departamentos y casa decentes para empleados y obreros ya que aún no aparecía Copeva – y que innegablemente debería colapsar si no se modificaba (escribo modificaba no eliminaba) ha significado que cientos de miles de millones de dólares de absoluta e indiscutible propiedad de los trabajadores chilenos, sean “administrados” por terceros con ganancias fabulosas para ellos y muy incierto futuro para los dueños del potente e inmenso capital, como lo hemos podido comprobar estas últimas semanas con pérdidas cuantiosas en los fondos de los trabajadores. Es un negocio indirecto espectacular. Se compran acciones de empresas para permitirles importantes negocios y nada impide que grupos relacionados con las AFP estén también relacionados en la forma que saben hacer los grandes operadores de dineros ajenos, con esas empresas favorecidas. De todos los buenos negocios, el trabajar dineros de terceros es el mejor y despierta los más audaces apetitos. No es de extrañar el interés de los bancos. Conocemos esta industria, No tenemos palabras para comprender o al menos justificar sus utilidades. No olvidemos que es una industria que nada produce y, por lo tanto, sus utilidades son dineros que salen directamente del bolsillo de todos sus clientes. Es cierto pido plata y me compro una máquina. Devuelvo la plata al banco, pero sus fabulosas utilidades son los intereses y miles de gastos, comisiones y triquiñuelas que gravaron mi máquina y encarecieron mis costos. Que estos siniestros y demoledores caballeros tengan interés en las AFP, como lo han hecho con los seguros, no debe extrañar a nadie. Que también lo quiera hacer el Banco del Estado, fantástico pues al menos sus utilidades son para el Estado, para todos nosotros, claro que igualmente para Chiledeportes, EFE y señores parlamentarios de todas las pintas, colores y sensibilidades. Pretender que las Superintendencias han vigilado, vigilan y vigilarán es simplemente creer en el viejito Pascuero.

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