martes, agosto 21, 2007

Integración Latinoamericana. ¿Una utopía? Mayo 2004

LA INTEGRACIÓN LATINOAMERICANA

INTRODUCCIÓN

Se podría enfocar el tema propuesto bajo diversos supuestos, tales como: Lo realizado en pos de la Integración Latinoamericana, o, ¿Que debe hacerse por la Integración Latinoamericana? y, también ¿Qué se está haciendo por la Integración Latinoamericana? Pensando que nos interesa conocer algo sobre el que ha sido y que es la Integración Latinoamericana me permitiré la licencia de volcarme a esos aspectos, en sus múltiples y complejas vertientes.

Podríamos analizar el pasado, conocer las divisiones que los conquistadores establecieron fijando territorios con gobiernos separados y dando origen a nuestros actuales países, territorios fijados hoy en día después de sangrientas batallas. Podríamos analizar las razones de estas divisiones – fronteras – originales como también las causales de tantas luchas fratricidas.

Seria igualmente pertinente ver la participación de nuestros Padres de las Patrias y Libertadores en esa etapa primera. Adentrarnos en lo que hicieron bien, en lo que hicieron mal y en lo que dejaron de hacer. Conocer sus esfuerzos para lograr una integración latinoamericana.

Entregaré a vuestra consideración, antecedentes de la cultura original de nuestra América y su forzada integración a la cultura del conquistador. Los esfuerzos de los Libertadores y Padres de la Patria. También y – principalmente – la actual situación la que, a la luz de la globalización y las fuerzas del poder económico deben merecer, no solo nuestra atención, sino nuestra más decidida preocupación.

DESARROLLO.

Con la expresión “nuestra América” nos referiremos, en este caso, al conjunto integrado por países del Norte, Centro y Sud-América, así como del Caribe, que tienen como lengua de comunicación principal el idioma castellano. Es decir, entenderemos “nuestra América” como sinónimo de “Hispanoamérica”.

Si las antiguas poblaciones americanas y las que se formaron por obra del mestizaje se beneficiaron del nivel tecnológico alcanzado por la Europa de la época, fácil es comprender que tal beneficio tenía, sobre todo para las primeras, su costo, y bien elevado ciertamente. En efecto, en ningún momento la relación dejó de ser de explotación y de ganancia y el trato funcionó permanentemente dentro del sistema de relaciones establecidas entre una metrópoli y sus colonias.

Igualmente, se ha intentado justificar todo ese mundo colonial recurriendo a un complejo de ideas. Una de ellas, el religioso habría permitido a una humanidad “pagana”, ingresar en el mundo de un determinado tipo de “salvación” y, junto con esto, el de un lenguaje noble de por sí.

El “Descubrimiento” de América por los españoles alcanzó la fórmula de un acto de posesión, de imposición y construcción de formas culturales. Del mismo modo, muchos siglos antes, el “Descubrimiento” de las tierras americanas por desconocidas poblaciones asiáticas, generó las grandes culturas que los europeos encontraron en América, unas extinguidas, otras en plena vida, como fueron las de los mayas, los aztecas y los quechuas.

Dejando nuestros orígenes conquistados por las armas que matan y las que aniquilan las mentes, nos adentramos en búsqueda de más antecedentes que inciten nuestros deseos de saber más y pasamos a recordar las épocas coloniales de las América.

Los deseos de Francisco Miranda estaban fundamentados en liberar a los pueblos de la dominación española. La integración de estos pueblos – en mi modesto entender – la consideraba necesaria en función de su declarada universalidad. Sin duda alguna esta debió ser la misión de Miranda, O’Higgins, San Martín, Sucre, Bolívar y tantos otros que nos legaron territorios libres, y, debe ser nuestra misión actual.

Las divisiones y enemistados entre nuestros próceres que hoy creemos conocer, las analizamos con nuestra visión actual, deformada por el tiempo y circunstancias que no vivimos y que nos son narradas por relatores que tenían sus personales puntos de vista, constreñidos a principios, religiosos, políticos o morales propios. Debemos considerar sus eventuales diferencias como las correspondientes a hombres inteligentes y con diversas apreciaciones sobre las circunstancias que enfrentaban.

Emblemática es la pugna – que hoy en día se azuza más que nada por snobismo figurativo – entre O’Higgins y los Carreras. Sin embargo, en el Diario de mi Residencia en Chile de María Graham, descubrimos que la primera entrevista que la autora sostiene con Bernardo O’Higgins la hace acompañada de José Antonio Cotapos quien vivía con sus hijas, una de las cuales, Ana María Cotapos, era la viuda del fusilado Juan José Carrera junto a su hermano Luis en Mendoza. Nunca la familia Cotapos demostró odio, muy por el contrario se visitaban asiduamente con O’Higgins.

San Martín, asume con hidalguía las instrucciones de la Logia Lautarina de Buenos Aires y se pone a las órdenes de O’Higgins cuando llega a Chile el Ejército Libertador.

O’Higgins demuestra sus principios aprendidos de Miranda y, pese a su profundo catolicismo es fiel a la idea de mantener la guía de los pueblos en manos masónicas al escribir a Ramón Freire quien encabezara en Concepción la revuelta que le obligó a abdicar, cuando éste es designado Director Supremo. Escribe O’Higgins: Si, mi amigo, solo usted puede restituirla a su antiguo esplendor. No nos engañemos, porque un error político de tal tamaño en la presente época hubiera cerrado las puertas de la libertad nuestra amada Patria y hundido en la oscuridad trece años de glorias y sacrificios. Aún restan algunos más que prodigar. El árbitro de los destinos señala a usted para consumarlos. ¡Qué su alta providencia guiando sus pasos lo corone de glorias como a hijo predilecto de Lautaro!..

Siguiendo en el pasado, recordemos el denodado esfuerzo de Simón Bolívar por unir nuestra América. Sin embargo la visión del Libertador Bolívar lo ponía a él como único para gobernar el conglomerado. Esta situación llevó a que peruanos informaran a los chilenas de estas intenciones de Bolívar, lo que obligó a Manuel Blanco Encalada a oponerse a un presunto regreso de Bernardo O’Higgins por suponerlo amparado por el Libertador Simón Bolívar quien deseaba aprovechar el alzamiento de Chiloé. Como O’Higgins fuera informado de esta aprensión de Blanco Encalada, renunció a toda participación o actividad en Chile y se refugió en Montalbán.

Consignemos que una gran oportunidad para intentar la Integración Latinoamericana se dio gracias a la visión de los Masones, el Presidente de los Estados Unidos Monroe y su Ministro Adams quienes recibieron la carta del 24 de Octubre de 1823 de Thomas Jefferson y sobre cuyo contenido construyeron lo que se llamó la Doctrina Monroe la cual al ofrecer protección a los países que podían ser dominados por España con la complicidad de Roma, terminaron por eliminar las pretensiones colonialistas de éstos.

Conocemos la historia de lo que ocurrió con posterioridad por las ínfulas de Estados Unidos.

Recordemos que a principios del siglo XIX se habían formado y disuelto algunos intentos de unificación como los de la Gran Colombia o la Confederación Perú-Boliviana. En la segunda mitad del mismo siglo, la fuerte inestabilidad política se evidenció en las crecientes disputas territoriales. La guerra de la Triple Alianza (1865/1870) entre Paraguay, Argentina, Brasil y Uruguay, replanteó problemas territoriales. Después la Guerra del Pacífico vuelve a alterar el mapa continental.

El impacto económico y de poder que tuvo la formación de fuerzas nacionales de agresión y defensa, repercute hasta hoy.

Recordemos ahora nuestra actual realidad, cuando ya sabemos algunas de las condicionantes para hacer inviable, inicialmente por intereses religioso-políticos del conquistador, y posteriormente por caudillismo y situaciones de hegemonía territorial-militar, la integración latinoamericana.

Utópicamente y desde los albores del funcionamiento como países latinoamericanos, grandes hombres - una gran mayoría hermanos masones – han bregado ardientemente por una unión latinoamericana en la creencia que nuestras cercanías, la similitud de nuestros orígenes, solamente similitud ya que no podemos comparar a un chinchorro – hoy considerado el pueblo más antigua de América - con un maya, a un mapuche con un kawach, permitiría crear una sola y gran comunidad. Esto eliminaría una parte importantísima de las trabas de un desarrollo, cual sería la guerra por territorios. Igualmente permitiría una amplia circulación de los pueblos por toda nuestra América lo que produciría un intercambio fluido y constante de conocimientos y técnicas. En resumen toda una gran variedad de beneficios para el hombre americano que se supone funcionaría con esta unión.

¿Por qué, entonces, esta idea magnífica no se ha podido concretar en siglos?

A nuestro entender - y pecando de poco crédulo en la actual sociedad, en nuestro enunciado – por la simpleza del principio del bienestar económico que nos mueve como especie humana. Al hablar de economía nos referimos a la riqueza a que aspiramos, sin entrar a confundir el término riqueza con dinero.

Precisamos que entendemos por riqueza lo que todos deseamos, como gozar de salud y/o los medios para mantenerla o recuperarla.; como obtener alimentación adecuada en calidad y cantidad para nuestro normal desarrollo; como morar en habitaciones salubres y con espacios mínimos, pero que permitan la privacidad para nuestros usos y costumbres; como el acceso a los medios educativos o de capacitación que nos permitan espertizarnos en nuestras vocaciones; como el limitado físico o mental obtiene amparo, protección y la satisfacción de sus necesidades para llevar una vida digna.

Se argumentará que son justamente esos los anhelos que se cumplirían con una integración latinoamericana, olvidando que el bienestar económico enunciado anteriormente, la riqueza, no es el deseo de una solo hombre, sino de todo el conglomerado humano, el que para obtenerla se minimiza y se agrupa en familia, se agrupa en ideas políticas, en concepciones religiosas, en sectores concordantes en un mismo interés, todos los cuales – sabiendo que la riqueza necesaria para sus satisfacciones es escasa o porque se siente con mejor derecho que otros a disfrutarla, busca nuevos adeptos, establece alianzas, forma países y continúa en la misma búsqueda inicial, búsqueda que pasa a ser confrontacional y que es el quid del asunto, es la barrera infranqueable para la integración pues se podrá lograr que un país ayude a otro traspasándole parte de sus riquezas, pero jamás país alguno entregará la propiedad, el dominio de esa riqueza. Podrá un peruano tener aduana y puerto en Arica, pero el territorio es chileno. Sin duda que muchos podremos pensar ¿Y qué importa esos cientos de metros cuadrados, por qué no se los damos y que sea peruano? Es una argumentación tremendamente lógica y válida, pero que no responde la pregunta ¿Y quién fija el límite de lo que podemos entregar? ¿De qué nos sirve Campo de Hielos Sur?, entreguémoslo a Argentina. Y alguien puede preguntar ¿Y por qué Argentina no lo entrega a Chile? Y todo suma y sigue.

Hoy en día – aparentemente –estamos más cerca de las integraciones y miramos con esperanza el experimento de Europa y su unión. La gran diferencia son sus miles de años de existencia, el gran desarrollo cultural que han logrado, las experiencias que los siglos le han entregado en triunfos y miserias, la diversidad de sus orígenes (contrariando la argumentación basal de la unión latinoamericana) y, principalmente, la necesidad de supervivencia en donde los grupos o países pequeños están siendo “integrados” – léase absorbidos – por países imperialistas.

Y estamos entrando a un terreno que, espero, exponer sin pronunciamiento político alguno, solo la realidad de los hechos par demostrar lo que es, a mi entender, la insalvable barrera de la integración latinoamericana.

La administración Bush se encuentra enfrentada a una dura competencia y a balances comerciales negativos con Asia y Europa, por lo cual ha decido consolidar y profundizar su control sobre Latinoamérica. Bajo Clinton, Washington extendió el imperio a todos los rincones del mundo y así las corporaciones multinacionales ganaron en dominio sin embargo, la "economía nacional" de los EE.UU. - las exportaciones e importaciones de la economía estadounidense - sufrió un declive relativo como se vio en su creciente déficit comercial. En la única región en donde los EE.UU. aún retuvieron una balanza de pagos favorable fue en Latinoamérica. Es ésta también la región en donde los EE.UU. han tenido el control histórico sobre los aparatos militar y de policía secreta (servicios de inteligencia), así como una influencia dominante en sus economías. A pesar del establecimiento de regímenes clientes y del enorme flujo de ganancias, de los pagos de interés y por regalías a los EE.UU., así como privatizaciones de empresas públicas que beneficiaron a multinacionales estadounidenses, todavía en los años '90 hubo indicadores económicos que mostraban un relativo declive en la dominación por parte de los EE.UU. El Mercosur tuvo un superávit comercial anual promedio de 66.6 mil millones de dólares entre 1991 y 1999, sin embargo, sus "pagos de servicio" - pago de la deuda, ganancias transferidas y pagos por regalías - se tradujeron a un déficit anual promedio de 89.5 mil millones en el mismo período, lo que condujo a un déficit anual promedio en su cuenta corriente de 22.9 mil millones. La meta estratégica de la administración Bush es incrementar la participación de la transferencias por servicios así como la participación comercial en el Mercosur para a revertir el relativo declive de los EE.UU. en los años '90 debido a una creciente competencia europea. Mientras que Clinton aseguraba regímenes clientes en Bosnia, Kosovo y Macedonia la participación comercial de los EE.UU. con el Mercosur declinaba casi 18 por ciento. Las corporaciones multinacionales y bancos europeos, particularmente capital español, adquirieron los sistemas de telecomunicaciones, bancos y compañías petroleras privatizadas en Brasil, Argentina y España y Chile.

Además, el dominio norteamericano en Latinoamérica fue enfrentado por los crecientes movimientos guerrilleros en Colombia, el régimen independiente y nacionalista en Venezuela, los significativos movimientos anti-imperialistas de indígenas y campesinos en Brasil, Ecuador, Bolivia y Paraguay, así como también los movimientos sindicales y urbanos en Uruguay y Argentina. En respuesta a estos retos Washington ha diseñado una estrategia complementaria con 2 puntas: el Acuerdo de Libre Comercio para América (ALCA) y el Plan Colombia y la Iniciativa Andina, ambos diseñados para incrementar el control estadounidense y profundizar su capacidad de extraer recursos y riquezas destinadas a EE.UU.

Un debate en torno al ALCA debe comenzarse por clarificar lo que no es el ALCA. Primero que nada, no es un acuerdo de libre comercio. Los Estados Unidos se reservan el derecho de mantener: subsidios por 30 millones de dólares para su agricultura, su llamada legislación "anti-dumping", aranceles a importaciones en donde no es competitivo, una legislación bancaria que permite a los mayores bancos norteamericanos el lavar dinero ilícitamente obtenido en Latinoamérica y una serie de restricciones de "sanidad" decididas unilateralmente para reducir importaciones de ganado y otros productos. Por otro lado, los países latinoamericanos tendrían que eliminar todas las barreras comerciales y cumplir con la doctrina del "libre comercio".

Segundo, el ALCA carece de semejanzas con una "integración económica." El escenario más bien asemeja la subordinación de colonias a países imperiales en donde los últimos controlan sectores de la economía, dominan mercados, trabajadores y dictan política económica. El ALCA es totalmente asimétrico, con las multinacionales acumulando activos latinoamericanos y determinando la dirección de los beneficios (ganancias, intereses, regalías), de Sur a Norte. Es la subordinación, no la integración la que define la naturaleza del ALCA. En ese sentido, el ALCA es muy distinto de la Unión Europea.

Destaquemos que el ALCA no es lo mismo que los convenios bilaterales que Chile ha negociado con Estados Unidos y con la Unión Europea y otros países asiáticos.

Son muchas las argumentaciones que podríamos agregar ante esta pseuda integración económica latinoamericana, pero, a mi entender, está claro que solo se trata de mantener y acrecentar el imperio de los EE.UU. en el mundo, a la vez que es una palpable demostración de que nos es tan factible una Unión Latinoamericana como la soñada por nuestros Libertadores Miranda, Bolívar y tantos otros. Esto no obsta para que, como decía en un inicio, nos mantengamos tremendamente alertas y entreguemos nuestro máximo esfuerzo y dedicación para lograr un mundo más libre, más igualitario y más fraternos para nuestros hijos.

CONCLUSIONES:

Las diferencias – principalmente raciales – no permiten asegurar un éxito, aunque mínimo, de cualquier principio de integración formal en Latinoamérica.

Las diferencias que existen en Bolivia entre un Cruceño o Camba y un Coya de la Paz o Sucre, llegan a considerarse con las que destruyeron Yugoslavia.

No olvidemos las dificultades que han presentado los hogares para universitarios Rapanuis y Mapuches en Chile.

Encuentro necesario recalcar lo ya dicho con referencia que debemos luchar con fuerza y vigor para obtener una poderosa y potente integración latinoamericana. Lo trasversal de los integrantes de las Logias Lautarinas, son todo un ejemplo que debemos imitar lo antes posible.

Catón Chilote

Ancud, Mayo 2004

BIBLIOGRAFÍA:

1.- La Democracia Latinoamericana en los Tiempos del Libre Mercado

JUAN C. GOMEZ LEYTON, Rev. Del Doctorado Univ. ARCIS, Nº 2

2.- América Latina. La Lucha por su Independencia. Bolívar y Compañía

SIMON COLLIER. London Review Books

3.- Imperio Neo Mercantilista en Latinoamérica.

JAMES PETRAS. Z Magazine, Julio/Agosto 2002

4.- Descubrimiento de América. Encuentro de Culturas

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5.- América como Conciencia

LEOPOLDO ZEA

6.- Plan Colombia: Una Farsa Contra el Narcotráfico

HECTOR F. AGUILAR

7.- De Monroe a Bolívar. Plan Colombia

CARLOS GAVETA. Le Monde Diplomatique

8.- La Economía Estadounidense

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9.- El Suicidio a Través del ALCA

CARLOS GAVETA. Le Monde Diplomatique.

10.- Globalizar la Esperanza

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11.- Sobre el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos

DECLARACIÓN DE ATTAC-CHILE

12.- Efectos de la Globalización en los Países en Desarrollo

IGNACIO RAMONET. Conferencia en la Unión Industrial Argentina.

13.- La Masonería y su Influencia en Chile.

FERNANDO PINTO LAGARRIGUE

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