miércoles, abril 09, 2008

Como no puedo dudar de la honestidad del señor Cárdenas, atribuiré a poca prolijidad y no revisar los antecedentes sobre lo que el llama “la obligación de vender la píldora” que el gobierno habría impuesto a las cadenas farmacéuticas. Las farmacias, conforme a declaraciones efectuadas en la prensa nacional por los principales ejecutivos de las cadenas farmacéuticas, no vendían la PDD pues, simplemente no recibieron oportunamente los pedidos que ellos habían cursado a los laboratorios. En torno a esto, en estos mismos blogs pudimos comprobar como se practicó el nefasto “miente, miente, que algo queda”. La parafernalia contra una información interesadamente falsa, se desinfló sola. Lógicamente que nadie tuvo la honestidad de decir: perdón estaba errado. Si duda de lo que manifiesto, el señor Cárdenas podrá revisar estos blogs de la época.
No puede ser considerado correcto el fallo de un tribunal en que dos integrantes estiman que sus actuaciones anteriores pudieran ser controvertidas en relación a la materia sometida a sus juicios. Uno, se margina por un elemental principio de ética y el otro actúa sin consideración alguna a sus propias declaraciones que planteaba podría ser controvertido. Con estos Ministro, era de esperar un curioso fallo que, pese a los litros y litros de tinta que se usaron en estos blogs sobre, religión, moralidad, conciencia, derecho a la vida y todo lo imaginable – muchas veces en lenguaje que contradecía a lo que se espera de quienes pretenden convertirse en directores de conciencias – no consideró estas sesudas disquisiciones y simplemente estableció como condición para el uso de la PDD el que la interesada tuviera el dinero para comprarla. Esa es la realidad pura y simple. Lo demás pasa a ser meras entretenciones de quienes desean ver sus nombres en El Mercurio, en forma majaderamente reiterada.

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