miércoles, septiembre 10, 2008

En Las Mujeres Chilenas Debemos Confiar El Insular 8 Septiembre 2008

En el crisol donde se van fundiendo los eventos que, amalgamados, nos entrega lo que es la sociedad chilena, nuestra idiosincrasia, se aprecian desde su inicio la participación activa y formadora de la mujer. Le decidida acción de Inés de Suárez, esa fuerte mujer española que vino en busca de su esposo y al encontrarse que había muerto, se convirtió en la inseparable y decidida pareja de Pedro de Valdivia. Ella fue quien hizo huir al traidor Pedro Sánchez de la Hoz cuando, junto a otros conjurados pretendió en Atacama asesinar al Conquistador. La misma que en 1541, un once Septiembre (fatal coincidencia de fecha y acción) espada en mano defendió Santiago del artero ataque de Michimalonco.
En la otra vertiente de nuestra sociedad, Fresia demostró su orgullo ante la derrota de Caupolicán, marcando ya la impronta de que el chileno no se rinde jamás, lo que está grabado a fuego en la frase de nuestro ejército “siempre vencedor, jamás vencido”
Doña Isabel Riquelme enfrentó con entereza el menosprecio de la oligarquía de esa época, luciendo a su pequeño Bernardo con orgullo de madre y sirviendo de ejemplo, que aún hoy, elementos retrógrados no logran comprender por su fanatismo intolerante.
Candelaria Pérez luchando como un soldado más contra la Confederación Perú-Boliviana. Llevando en sus brazos, herido a su amado Capitán Guillermo Nieto hasta coronar la cima del Pan de Azúcar en la Batalla de Yungay, el 20 de Enero de 1839 es otro ejemplo de la entereza de la mujer chilena que no la amedrentan ni las balas defendiendo lo que le pertenece.
La doctora Eloísa Díaz, quien recibiera en diciembre de 1886 su título de Medicina y Farmacia y en Enero de 1887 su título de Médico Cirujano, convirtiéndose en la primera mujer en Latinoamérica en titularse en Medicina, es un ejemplo de perseverancia, inteligencia y fortaleza para vencer los machistas prejuicios de la época y que abrieron las puertas a muchas mujeres que siguieron sus pasos.
Amanda Labarca, nacida como Amanda Pinto en 1886, tomó el apellido de su marido. Egresó a los 19 años de la carrera de Pedagogía en Castellano del Instituto Pedagógico de la Universidad de Chile. En 1920 funda el Consejo Nacional de Mujeres para luchar por la igualdad de derechos para la mujer. En 1922 pasó a ser la primera mujer académica de la Universidad de Chile. Obtiene con sus acciones se levante la incapacidad legal de la mujer. En sus campañas lucha por el voto femenino, hasta que en 1934 se dicta el decreto que permitió a las mujeres votar en las elecciones municipales.
Larga sería la enumeración de lo que las mujeres chilenas han realizado por nuestra sociedad. No se puede dudar de su tesón, de su fortaleza y su visión.
Dadas las especiales circunstancias que estamos viviendo, en donde priman acciones que impiden aquietemos nuestros ánimos y, unidos, hagamos esfuerzos por mejorar nuestras condiciones de vida, debemos esperar que las mujeres comprendan y hagan comprender que está solamente en nuestras manos, obtener las condiciones adecuadas para un desarrollo armonioso, justo, fraterno, en donde cada cual conozca sus obligaciones y derechos. Que todos respetemos para ser respetados. Que se terminen los monopolios de las comunicaciones que cada día nos mienten y tergiversan las realidades, sin que tengamos posibilidad alguna de hacer saber nuestras opiniones. Sin posibilidad de buscar iguales para actuar mancomunadamente. Con vergüenza comprobamos el comportamiento de los políticos. ¡Que humillación para todos nosotros saber que el Parlamento Chileno es la institución peor evaluada del país¡ ¡Qué impotencia sentimos al ver a candidatos a las elecciones municipales que ni siquiera debieran circular por las calles al tenor de sus actuaciones políticas y privadas! Pensemos solamente unos minutos y recordemos todo lo que sabemos de muchos de estos candidatos. ¿Vergonzoso, vedad? Pero resulta tremendamente insólito que ellos aún encuentren adherentes que aceptan pequeñas prebendas, mínimas acciones de temporada de elecciones, promesas de hacer lo que no han hecho, de hacer lo que no saben como se hace y que muchos de nosotros, por comodidad o desidia, nos quedemos impasibles y no trabajemos por aquellos candidatos que conocemos, respetamos, admiramos y que sabemos realizarán una acción en beneficio de nuestras Comunas.
Esta debe ser labor de nuestras valientes mujeres. Analizar uno por uno a los candidatos. Con intuición femenina desenmascararlos, para enseguida decidir por aquel que les parezca y sepan, son hombres honrados y con los conocimientos necesarios para desempeñar bien la función que se les encomendará. Pero esto no basta. Con el mismo tesón y fuerza que sacan adelante nuestras familias, deben conversar, intercambiar ideas y exponer las de ellas para concluir en quienes realmente merecen ser elegidos.
Los ejemplos dados de mujeres que mucho han hecho por Chile, más el verlas en reuniones de Juntas de Vecinos, de Mujeres Emprendedoras, de Pequeños Productores, en cursos de capacitación, nos permite asegurar que la mujer chilena es el baluarte que permitirá salir del lío en que estamos. Verlas en esas reuniones, preguntando, discutiendo, exponiendo, señala lo compenetradas que están de que su apoyo, ayuda y conocimiento leal y esforzado permite a la familia salir adelante. No olvidemos que nosotros elegimos a nuestras autoridades. Nadie más que nosotros somos los responsables del fracaso de estos politicastros. No tenemos derecho a queja. Somos seres pensantes. Una vez más confiemos en nuestras mujeres chilenas

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