martes, septiembre 23, 2008

Educar en el Arte de Pensar El Insular 22 Septiembre 2008

Educar en el Arte de Pensar

Estimamos que ha llegado el momento que detengamos esta loca carrera hacia una situación tremendamente conflictiva y peligrosa a que nos está conduciendo el considerar enemigo a quienes no comparten nuestras ideas. Nosotros nos sentimos poseedores de la verdad, lo demás están errados. Nosotros sabemos como se resuelven los problemas, los demás no saben nada. Nosotros somos honrados, los demás son corruptos. Resumiendo, nosotros somos los buenos y los demás son los malos. Se nos olvida que nosotros somos los demás de los demás, como canta Alberto Cortez.
Aún es fácil enmendar conductas agresivas y violentas. Todos somos capaces de razonar, de comprender que la conversación y el diálogo fraterno nos permitirán encontrar aquello que a todos nos sirve o beneficia y podremos aventar la repetición de la terrible experiencia de los inicio de los setenta y las consecuencias que aún nos mantiene separados.
Como decíamos, es fácil tomar el camino de la concordia y el entendimiento. Solo tenemos que decidirnos cada uno de nosotros, individualmente, ya que al parecer, a los conglomerados políticos de todos los colores y tendencias, les interesa generar el caos en la ciudadanía. Piensan que a río revuelto, ganancia de pescadores. No es necesario ser erudito en temas políticos para desentrañar lo torcido de los intereses de estos grupos.
Son quienes no presentan ideas o planes para el desarrollo ciudadano, solo están centrados en denunciar al contrario por lo que se les viene a la cabeza. Lo hacen con gran publicidad y en tonos absolutamente agresivos y descalificadores. No tienen un respaldo doctrinario que permita saber la forma en que podrían desarrollar sus objetivos (cuando los tuvieran), pero si tienen capacidades para descalificar a quienes no están de acuerdo con sus triquiñuelas.
Son quienes han servido a otros amos y que ahora son sus blancos preferidos para atacarlos. No dicen que sus cortas permanencias en cargos públicos terminaron por sus incapacidades. No mencionan que los nuevos grupos se forman con elementos que hoy se dicen independientes, pero que hasta ayer juraban lealtad al Gobierno que los eliminó por incapaces.
De la misma camada salen aquellos que han sido elegidos para cargos de representación popular por un grupo político – si no fuera por ello jamás llegarían a Concejal, Alcalde, Diputado o Senador – y que han dado en tomar dos caminos. El uno, renegar del partido que permitió su elección y el otro, mantenerse en su partido (pensando en lograr un cupo en las próximas elecciones) pero convirtiéndose en insolente, e inconsecuente crítico del conglomerado a que pertenece.
Con esta calidad de personas que dirigen o pretenden representarnos en Comunas, o en el Parlamento, no se puede aceptar que actuemos como seguidores o adeptos a sus posiciones. Insistimos. Esa es la base de la situación de enfrentamiento en que nos encontramos. Unos pocos minutos nos debieran bastar para comprender que somos nosotros mismos los culpables de las situaciones que vivimos por haber apoyado o creído en toda la maraña de falsas promesas, latosos discursos, encendidas diatribas denunciando esto y lo otro. Publicitadas declaraciones anunciando acusaciones ante los Tribunales de mil y una acciones de quienes son sus adversarios de elecciones y que se diluyen como sal en el agua, no sin antes inducir tensión en todos nosotros e irreparables perjuicio en los injustamente denunciados. Su lema es “miente, miente que algo queda”.
Debe ser nuestra personal preocupación analizar tranquilamente el accionar de estos pregoneros de la división, de las falsedades, de los mezquinos intereses personales. Tenemos la obligación de contribuir a vivir en un país justo, respetuoso, solidario, en donde cada uno de nosotros cumpla adecuadamente sus obligaciones y exija el estricto cumplimiento de los derechos que nos corresponden.
Es coincidente, igualmente, la ignorancia y falsedad que presentan en los temas en que intervienen. No hace mucho escuchábamos a un “honorable” justificar su cambio de voto en la Cámara, desde una intransigente posición negativa, incluyendo prepotentes y descomedidas declaraciones, a una posición de voto afirmativo, en razón de haber conseguido mil doscientos millones de pesos adicionales para el Plan Chiloé. Si bien las razones de cambio radical y repentino de posición podrían aceptarse, por algunos, bajo la filosofía de que “el fin justifica los medios”, no se puede aceptar por nadie que la justificación no fuera efectiva, al tenor de las reiteradas explicaciones del Ministro Pérez Yoma y el no desmentido del – a estas alturas – ya no tan “honorable” Diputado. El Ministro fue claro y preciso al señalar que reunido con el Diputado, le había explicado las formas de inversión del Plan Chiloé “lo que fue comprendido por el Diputado”.(sic)
Se demuestra que la “vuelta de carnero” fue producto de la ignorancia sobre el Plan Chiloé y no una pretendida gestión del Parlamentario.
Hemos igualmente leído publicaciones de un dirigente de una agrupación de hecho en apoyo de la construcción del Puente Chacao, en la que manifiesta “… El MOP y el Gobierno se olvidan que el Puente Chacao tiene un 30% de Rentabilidad Social…” Independiente de apoyar o no la tan vapuleada construcción lo que resalta es que el dato no puede ajustarse al guarismo dado pues no son los parámetros que se utilizan en Evaluación de Proyectos. Este es el problema. No se utilizan los medios técnicos ni científicos ni estadísticos para presentar apoyando u oponiéndose a una iniciativa o proyecto. Todos opinan y, ante la ignorancia, usan palabras prepotentes, no correctas u ofensivas. Las réplicas, entonces, son también en los mismos tonos, haciendo imposible una concordancia de ideas o una constructiva discrepancia.
Despertemos, pensemos, conversemos y saquemos conclusiones propias, pero, por sobre todo, sepamos identificar a quienes nos tratan de embaucar presentándose como paladines de la sapiencia, la honradez, la lealtad, en circunstancia que con muy poco esfuerzo podemos saber lo que son realmente estas personas, cuales son sus verdaderas intenciones, que no son otras que sembrar el caos en el pueblo. Cada uno de nosotros tiene la tremenda obligación de educar a nuestros vecinos en el arte del pensar, de averiguar. Luchemos incansablemente para que todos actuemos con absoluta libertad de pensamiento. Demostremos que somos seres pensantes

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