martes, octubre 09, 2007

Sobre Columna Carlos Peña y Tema Pinochet

Es asombrosamente increíble como, al amparo de la libertad de expresión, se defiende el delito – en sus variados grados – cuando es cometido por quienes consideramos los nuestros, política, religiosa o familiarmente hablando. Son inmensos las faltas o crímenes de los demás, pero no así la de los nuestros. Si enjuician a los nuestros, es persecución intolerable, actos políticos, acciones de encubrimiento que desvían la atención de las faltas de los otros. Si se enjuician a los otros simplemente se hace justicia. Las instituciones funcionan.
Al leer o escuchar tanta barbaridad, verborrea tan ilógica, tan mezquina, solo cabe preguntarse si los opinantes realmente piensan lo que dicen o escriben ¿O pensarán que los chilenos somos muy lerdos de mente? ¿Pueden personas sensatas dar a entender que los robos, desfalcos, defraudaciones, coimas, etc. tienen una gradualidad por sus montos? ¿Puede un padre mostrar con orgullo a sus hijos un comentario en que manifiesta que “ustedes roban mucho más que nosotros y si nos acusan es simplemente una persecución política, vengativa”?
¿Somos tan fundamentalistas en nuestras posiciones que nos incapacita para encontrar argumentos verdaderos, coherentes, para exponer las discrepancias con el señor Peña? ¿Si tanta palabrería gastamos por la violencia que se dice reina en nuestras ciudades, no reparamos en nuestra propia violencia intolerante, en nuestra agresividad verbal?
Leo todo aquello que mi capacidad de tolerancia me permite hacerlo sin irritarme. Lo que no puedo leer, simplemente lo ignoro. No me pronuncio, especialmente cuando nadie pide mi opinión. Lo que me resulta interesante, como los planteamientos del señor Peña, los disfruto, los analizo. Muchas veces coincido. Muchas veces discrepo, pero siempre aprendo y aquilato una visión distinta cuando es madura intelectualmente, como las del señor Peña. No trasuntan agresividad. Si en The Clinic podemos ver entrevistas largas y amenas al columnista de El Mercurio, señor Pérez de Arce o al Presidente de Renovación Nacional, señor Larraín y nadie las objeta ¿podría alguien pensar que el decano de la prensa nacional deseara censurar al señor Peña?

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