lunes, octubre 15, 2007

Lavín y su Bacheletismo Aliancista

No soy partidario del señor Lavín. Esto no significa que no admire su declaración en la que - ¡por fin! – un político, y de los destacados no las simples mariposas mediáticas, demuestra que Chile debe ser uno solo, con diferencias que lo engrandecen y contribuyen a un todo que trata de encontrar lo mejor para el país. ¡Qué enseñanza para aquellos políticos pequeños con sus estudiadas como truculentas y ambiguas declaraciones para tomar posiciones y destacar de alguna forma!
Extraña que personas, no dudo respetables y respetadas en sus círculos, pero que no se les conoce respaldo para dar instrucciones sobre normas de comportamiento e, incluso, descalificar, emitan tan categóricas apreciaciones sobre las declaraciones del señor Lavín. Una cosa es el legítimo derecho a opinar y otra muy distinta es pretender normar el comportamiento de un tercero que, más aún, no solicita consejo alguno. Si el señor Lavín postula a un cargo de elección ciudadana, tenemos nuestro derecho y oportunidad de entregar mediante el voto, la decisión que nos merece su comportamiento. Opinemos sobre el significado que tiene para Chile su actitud, y lo que su imitación, por moros y cristianos, traería de bueno para la convivencia y progreso.
No comparto la concepción que el señor Lavín ha tenido, fundamentalmente en el tema económico. Su adhesión al sistema de la AFP y al de las subcontrataciones, al engaño que fue el Capitalismo Popular para miles de trabajadores, como a la llegada indiscriminada de empresas extranjeras para manejar nuestros recursos no renovables y de servicios públicos, sin el resguardo adecuado para el medio ambiente y los trabajadores, me señala que sus basamentos emanan de las concepciones políticas que han impedido una adecuada distribución de la riqueza. Conclusiones de la lectura de su libro “Chile Revolución Silenciosa”, en donde también se lee su satisfacción al ver en un supermercado que se regaban las verduras como muestra de progreso y desarrollo. Con todo, mi respeto para el señor Lavin por su franca actitud, y mi deseo que sea ampliamente imitado.

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