lunes, diciembre 01, 2008

Pensemos en una Sociedad Mejor El Insular 1 diciembre 2008

Nuestra Obligación de Pensar en una Sociedad Mejor
Un país no limita en sus fronteras sino en el proyecto de Nación que está llamado a construir. Todos tenemos derecho a soñar un país distinto. Nuestros sueños no se contentan con mejorar el rostro sino, cambiar el alma de Chile.
Para lograr la sociedad solidaria, fraterna y libertaria a que todos aspiramos y a la cual tenemos derecho, debemos empezar, cada uno de nosotros, a pensar ¿Qué debo hacer yo por la sociedad? Siempre actuamos en la idea ¿Qué debe hacer la sociedad por mí? Sin duda que no es tarea fácil. Estamos inmersos en una sociedad que nos ha educado para competir, para ser los ganadores, pero no se nos enseña que la competencia es para ser mejores ciudadanos, en ser ganadores en la participación solidaria. No se nos enseña a competir por vivir en el medio que siempre aspiramos, con tranquilidad y a cubierto de circunstancias de todo tipo que nos impidan el derecho a techo adecuado, al trabajo digno con remuneraciones justas, a sistemas de salud oportunos y eficientes, a ciudades limpias, amables y seguras. No nos educaron como ganar una educación laica, de excelencia, de similar calidad para todos, gratuita, de programas acordes con nuestra idiosincrasia y desarrollo presente y futuro, impartida en edificios con las características que los estudiantes merecen, con Profesores de calidad, comprometidos, orgullosos de su responsabilidad de formar los futuros de Chile, trabajando con tranquilidad con las remuneraciones que les corresponde por su altísima responsabilidad en el desarrollo nacional. Tampoco nos educaron para competir en responsabilidad patriótica, familiar, comunitaria, social, laboral.
El país en todos los planos está sometido a una competencia sin tregua. Las solidaridades colectivas ya no pueden resistir las presiones de un individualismo desenfrenado.

Claramente, de una economía de mercado hemos terminado generando una sociedad de mercado. E incluso más: una democracia de mercado. La lógica de la rentabilidad y el lucro domina en todos los planos.

En Chile los servicios básicos pueden ser fuente de enriquecimiento para reducidos grupos económicos que muy a menudo abusan en contra de consumidores prácticamente indefensos.

La educación pública, pilar de la integración republicana y del acceso a las oportunidades sobre la base del mérito y no a los privilegios de cuna, hoy día ha llegado a ser relegada en todos los niveles y enfrenta una crisis profunda.

A pesar de la reforma, el sector público de la salud enfrenta amenazas de gran envergadura. El Plan Auge, un avance evidente, no se logra consolidar hacia el futuro porque no se han hecho todas las inversiones necesarias para asegurar que la infraestructura y equipamiento hospitalario moderno que ahora se tiene, puedan responder adecuadamente a las nuevas exigencias. Lamentablemente siguen sometidas a una gestión burocrática deficiente. Así, el Plan Auge, ha terminado favoreciendo al sector privado y de paso contribuyendo a la fuga permanente de médicos desde el sector público. En otras palabras, una privatización defectuosa y disfrazada.

En materia previsional, considerando las escandalosas pérdidas producto de la reciente crisis económica y a pesar del pilar solidario que hoy entrega el Gobierno con los nuevos y adecuados montos de pensiones mínimas y asistenciales, se ha consolidado un sistema que reposa enteramente sobre la capitalización individual sin ningún tipo de mecanismo solidario entre generaciones ni seguridad sobre el monto futuro de las pensiones. La solidaridad en los sistemas de jubilaciones, se ha transformado en un juego de timba, de casino, en donde unos pocos – que jamás dejan de perder – juegan a diario con los cientos de miles de millones de dólares de los trabajadores. Los más de veinticinco mil millones de dólares que estos modernos timberos con plata ajena han perdido en los últimos meses, JAMAS PODRAN SER RECUPERADOS POR LOS TRABAJADORES CHILENOS.
En suma, no ha sido posible el reconocimiento a nivel constitucional y real de “un Estado social y democrático de derecho” que constituye definitivamente todo el sentido de justicia que permita el que nuestra sociedad entera, sin diferencias, tenga el justificado derecho a lograr su felicidad.

El nuevo impulso que Chile necesita y para el cual debemos todos entregar nuestros mejores esfuerzos en lograrlos – independientes de nuestras propias y respetables ideas políticas, filosóficas o religiosas - implica cambios profundos destinados simultáneamente a:

• Darle más energía a la democracia a través de la promoción de distintas formas de participación ciudadana y ampliar el espacio de las libertades.
• Enfrentar en serio las desigualdades sociales, territoriales y de género.
• Recuperar un dinamismo económico ambientalmente sustentable.

Es innegable que el mundo político actual, mejor dicho los políticos actuales, no han sido capaces de entregar ideas que vayan más allá de las sucias trifulcas partidistas. En nuestra isla comprobamos como un parlamentario dice que se ha conseguido mil doscientos millones para el Plan Chiloé, lo que resulta ser falso y otro se dedica solamente a llevar a Tribunales a cuanta persona se transforma en rival eleccionario.
Esta nueva etapa debe basarse en una propuesta de cambio, de la que surja un liderazgo que la encabece sobre la base del pronunciamiento democrático en el que participen cientos de miles de personas de todos los horizontes en un frente amplio progresista, sin otra condición previa que no sea la voluntad de trabajar por un Chile más moderno, libre y más justo.

Conversemos con nuestros parlamentarios. Comprobemos que están haciendo. Lamentablemente aquellos que ya han presentado planes e ideas para mejorar nuestra sociedad, lo hacen – muchas veces – sin contar con el apoyo que corresponde de sus propios partidos. Pero, afortunadamente, persisten en su empeño. Es nuestra obligación informarnos, estudiar estas propuestas, discutirlas en nuestros medios, no solamente con quienes concordemos políticamente, sino también con quienes mantienen otras respetables ideas. Con estos conocimientos de propuestas concretas, podremos presentar nuestras sugerencias a ellas para, finalmente, aunando esfuerzos, apoyarlas Este intercambio de ideas es el que, finalmente, nos permitirá competir limpiamente para lograr la ganar la gran final que no es otra que la victoria de Chile.

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