sábado, mayo 20, 2006

¿Cuarto Poder?

De siempre me ha sido difícil entender que un grupo de ciudadanos de una misma profesión, Periodismo, se auto nombren el Cuarto Poder asimilándose a los tres Poderes que conforman un Estado.

Este insólito y rimbombante título de poder, lo es tanto como el que pudieran asumir quienes mantienen el aseo en las ciudades considerándose el Quinto Poder pues el desarrollo de su actividad, por ellos, permite a todos los ciudadanos estar libres de enfermedades, epidemias y, hasta pandemias.

Por otra parte, los periodistas no desarrollan su profesión en forma individual pues siempre deberán mantener una dependencia económica del medio que les permite desarrollar y demostrar sus conocimientos profesionales. Esto no puede ser considerado un demérito. Muy por el contrario, acredita la capacidad del profesional de ser seleccionado de entre un grupo de sus pares como el más adecuado al trabajo que el medio necesita.

Otro integrante de la actividad periodística, es el dueño del medio de comunicación. Nadie le puede impedir a nadie que sea dueño de una medio, mientras se mantenga dentro de las leyes y normas establecidas por el Estado, normas propuestas, consensuadas y vigiladas en su correcta aplicación por los únicos tres poderes de un Estado democrático.

Los medios de comunicación masiva, son organizaciones fundamentalmente creadas para obtener un lucro y, con este objetivo basal, es totalmente admisible que se esmere en que la actividad le reditúe el mayor beneficio posible. Sabemos que esto solo se logra si cada uno de los integrantes de la empresa entrega lo mejor de ellos en pos de esa meta u objetivo. La maquinaria empresarial necesita que todos los engranajes funciones correctamente. Todos tengan el mismo norte. En otras palabras, que todos tengan afinidades de acción y pensamiento.

Es de ordinaria ocurrencia que los medios pretendan aparentar algún grado de imparcialidad en su presentación pública – y que nadie se los pide - y mantengan profesionales con rasgos opinantes algo diferentes al propietario del medio y que el mismo medio o el propio pseudo oponente ideológico se encargan de destacar – a veces destempladamente – concordantes en los comunes intereses económicos. Recordamos a Peña – que funge de comentarista en El Mercurio, a Guillier en Chilevisión.

Si los ciudadanos de este país deseamos tener una clara posición de la Iglesia católica sobre algún tema, nos preocuparemos de estar en sintonía con el Canal católico y sus curas predicantes. Si deseamos saber como empieza a desarrollar su nueva campaña a la Presidencia el señor Piñera, nos ubicamos en la programación de su canal de televisión. Si necesitamos saber de buenas noticias y el cumplimiento de sus medidas de los cien días del Gobierno, compramos La Nación. Si nos interesan los errores y los palitos que ponen los Parlamentarios “mariposas de la luz” de la Concertación al Gobierno, compramos El Mercurio. Quienes desean estar al tanto del autoemporcamiento de la denigrante farándula chilena, comprará Las Ultimas Noticias, que es la soltada de trenzas y salida del closet del clan Edwards. Y así, para todos los gustos

Y ¿quienes – cumpliendo con la línea que fija el propietario del medio, el empleador – redactan y presentan los artículos? Ni más ni menos que los Periodistas.

¿Cuántas veces hemos escuchado tremendas peroratas que pretenden defender un Periodista que no se avino con la línea de su empleador? Cuando ingresó a ese trabajo ¿No conocía la filosofía de su empleador? Un Periodista con claros principios ecologistas ¿trabajaría de Relacionador Público en Endesa España, en Ralco?

Cuando un Periodista – como cualquier ciudadano – tiene sus propios principios filosóficos y que, si son convicciones profundas, necesariamente sesgarán sus opiniones, debe dejar en claro esta posición suya antes de contratarse, pero teniendo siempre presente que la palabra final la tendrá su empleador, por lógica simple.

Capítulo aparte merece esas defensas a ultranza de un Periodista de parte de sus pares. Es corriente que los Periodistas entrevistadores – que parecen tener una cierta incapacidad para formular preguntas claras y pertinentes – hagan un largo preámbulo antes de preguntar. Esto, aparece, como si desean que se les responda lo que ellos quieren y no lo que el entrevistado debe responder. Como lo hace Bustamante en Canal 7. Estos preámbulos, generalmente, parten aseverando algo que puede ser una apreciación errada – como insistir lo que afectaba la retasación de bienes raíces, sin pronunciarse que afectaba a un mínimo y que miles y miles resultaron favorecidos. Y que – por último – era una ley de la República. Esto obliga a desplazar la pregunta hacia la aclaración de lo ante-pregunta. Como si esto no bastara para no escuchar respuesta adecuada al fondo de la pregunta, se interrumpe la respuesta del entrevistado y, o se le hace otra pregunta con una nueva presentación o se le empuja hacia un camino que pretende llevar a la respuesta que se desea escuchar. Estas situaciones crean momentos de tensión que en nada aportan y que, en ocasiones, aprovechados por los Periodistas para mostrarse menoscabado en sus funciones y – a la vez – le dan pábulo para otra serie de notas, artículos, comentarios, entrevistas, polémicas, declaraciones y demases.

La verdad es que hay mucho paño que cortar

La dignidad y el poder de una actividad, la da su accionar. No es mucho el respeto que puede alcanzar una profesión que es autoreferente, que se convoca a polémicas insulsas y descalificadoras que duran largo tiempo en simple demostración de incapacidad de entregar otras informaciones o noticias.

¿Y qué opinar de los llamados programas de farándula? Solo consisten en crear una situación que involucre divorcio, ruptura, traición, robo, agresión, hijos que no son de ese padre, homosexualidad, drogas, prostitución y toda la gama de situaciones amorales, y que se dice sucede entre los mismos protagonistas de uno u otro medio. Son autoflagelantes ya que saben perfectamente que otros de sus iguales encontrarán las denigraciones de ellos y – para su pervertido ego - les servirá para aparecer una vez más mediáticamente, Estas porquerizas los considero un tremendo y grave insulto a la inteligencia humana y confieso mi intolerancia a ese tipo de diversidad de entretención.

Perdón, pero no sería sincero si no expresara la vergüenza ajena que siento al ver o leer a Periodistas creando y actuando en ese tipo de programas y publicaciones.

Ampulosa y muy seriamente ellos dicen que es lo que el público pide, olvidando que la creación de esa morbosidad a sido una muy bien planeada estrategia comercial al tenor de los intereses económicos, que explotan el mal que los mismos medios han creado al no ir entregando información interesante, progresista, de real investigación, de descubrimientos, de progreso ciudadano, las orquesta sinfónicas de niños, la escuela perdida en el campo con Simce destacado, el Profesor que se enorgullece de someterse a evaluación, el científico que brilla en el mundo, el empresario que vence la burocracia y progresa, el trabajador que estudia en la noche, en fin, cultura a la ciudadanía.

Si los medios entregan solo hienas mordiendo carroña, al final esa maza deseará ver a las hienas defecando y, por último, que animal se come esas fecas y comprarán más diarios carroñeros y verán más televisión idiotizante.



Catón Chilote

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