lunes, noviembre 10, 2008

¿Existirá Estadística de los Delitos de Cuello y Corbata? El Insular 10 Nov. 2008

Nos hemos referido ya a lo que sucede con la acción delictual en Chile que ha sido elevada, por los medios, a categoría de flagelo nacional, al mismo nivel de la pésima educación municipalizada y los problemas mal llamados de salud pues son problemas de mala gestión hospitalaria. Curiosamente Chile es considerado uno de los países más seguros de América por los organismos especializados de nivel mundial. El segundo con más ciudadanos encarcelados por habitantes en Latinoamérica (con este dato me corrijo pues había manifestado que era el primero, siendo Panamá el que tiene el vergonzoso primer lugar) Innegablemente al preguntar a cualquier persona sobre el tema, responde con mucha seguridad que “ahora ya es imposible vivir tranquilo por la delincuencia”. Esa, lamentablemente es la sensación que se tiene. Todo producto de ver reiteradamente y sin tregua, noticias de delitos de todo tipo en la televisión, las radio, los diarios. Los delitos noticiados efectivamente han existido y deben ser conocidos, perseguidos y sancionados en conformidad a las leyes. En lo que se discrepa es que habiendo delitos en todo el mundo, afortunadamente, en Chile, existen en mucha menor cantidad que en la mayoría de los países. Igualmente es necesario adentrarse en las causas que generan delincuentes, muy especialmente los delincuentes menores de edad. Mientras no exista una real y honesta preocupación por mejorar los niveles de vida de los sectores marginados de nuestra población, los delitos continuarán sucediéndose, especialmente con delincuentes menores de edad. Cuando se conocen las condiciones de vida, de hacinamiento, de promiscuidad, de falta de espacios, de pésima educación municipalizada, se comprende como la misma sociedad fomenta y es culpable de estas dolorosas realidades. El vergonzoso desequilibrio entre los ingresos, la falta de equiparidad entre la fuerza laboral y el empresariado para encontrar fórmulas de relación justas y equitativas para ambas partes, conllevan a que nos veamos siempre como enemigos. Los programas de televisión en donde los niños y juventudes aprenden que los patrones son sádicos, los trabajadores desleales, las familias se matan por las herencias, las escenas de sexo, violaciones, crímenes y las traiciones, son maneras de vida, no pueden generar adolescentes y jóvenes sanos, leales, honestos. Somos la sociedad quienes les estamos mostrando siniestras maneras de alcanzar absurdas metas de poder y dinero. Terminado esos programas tan vistos en la televisión, llegan los noticieros con sus libretos llenos de balaceras, robos, violaciones y crímenes. ¿Cuál debe ser el resultado de machacar todo los días estas mismas nefastas actuaciones y noticias? Simplemente delincuentes, especialmente juveniles. Las cárceles son mostradas en sus más aberrantes condiciones. Los delincuentes son llevados a narrar con lujo de detalles sus fechorías. ¿Qué podemos esperar? ¿De que nos quejamos si somos nosotros mismos quienes les mostramos los caminos que pueden recorrer? A estas tan bien ilustradas clases, que se preparan a todo costo asisten los elementos cuyas vidas se desarrollan en verdaderos caldos de cultivo para delinquir, como lo leíamos recién, en verdaderos ghetos, sin las más mínimas condiciones para estudiar adecuadamente, para disfrutar de plazas, juegos infantiles, canchas deportivas, postas médicas que funcionen las 24 horas. Planes cuadrante como en comunas de mejores ingresos, etc.
Nos preguntábamos en el título se existirán estadísticas sobre delitos y delincuentes de cuello y corbata. Nos hacíamos esta pregunta al ver lo horrendo de un crimen por encargo y recordábamos otro crimen espeluznante en que la víctima fue torturada antes de morir y se provocó un incendio. El asesino murió a causa de quemaduras producto de fuego ocasionado por su propio siniestro accionar. Para este personaje no había habido sanción anterior por denuncias de maltrato por parte de su esposa. En otro caso la violencia intrafamiliar denunciado por una esposa contra su marido, dueño de una de las más importantes cadenas de supermercados de Chile, no condujo a sanción o pena alguna. Todos sabemos de muchos otros atroces delitos criminales en que los delincuentes han sido o son personas que no se encuadran dentro del perfil de los delincuentes que salen en la televisión. Reciben otro trato. Se da la noticia de sus crímenes y después todo cae en el interesado olvido. Por otra parte existe otro tipo de delincuentes cuyos delitos son la estafa, el abuso económico o de poder, la utilización de información privilegiada para obtener ilícitas ganancias con la compra y venta oportuna de acciones. Sabemos de un destacado personaje que es reincidente en este tipo de delito económico. Igualmente sabemos de varios otros casos, talvez el más emblemático y que más perjuicio ocasionó a simples ahorrantes fue el caso de las acciones Chispas. ¿Existen estadísticas que señalen cuánto han defraudado, engañado a pequeños ahorrantes y a la fe pública? ¿Los hemos visto salir, alguna vez, escondiendo la cabeza de Tribunales como salen los delincuentes marginales? ¿Es justo que esto suceda? ¿Es moral que estos mismos defraudadores griten a todos los vientos que “tenemos que poner fin a la delincuencia” “estos delitos solo suceden en Chile, ahora”?
Seremos majaderos en reiterar la urgente necesidad que tenemos, más que una necesidad, es una obligación el que pensemos, analicemos, preguntemos, compartamos nuestras inquietudes, averigüemos. No podemos seguir como avestruces escondiendo la cabeza por temor, desidia o simple conveniencia. Nuestro porvenir va más allá que un mísero “pituto”. Sintámonos capaces de obtener lo que merecemos y corresponde por nuestros propios esfuerzos.
Si su Cargo es Producto de un “Pituto” ¿No le Podría Pasar esto?
Es denigrante comprobar como los municipio se han convertido en feudos manejados por capataces que reparten puestos y beneficios. Excepto poquísimos cargos que deben ser de la confianza del Alcalde, los demás puestos no debieran ser materia de cambios, salvo por planes de racionalización y economía, no significando esto, cambiar una persona por otra. Irrita comprobar como en todas las alcaldías de Chile en que ha habido cambio de Alcalde, los funcionarios que laboran en los municipios, se aterran ante la posibilidad de ser despedidos por no pertenecer a la tribu del nuevo Alcalde. Por otra parte, muchos se frotan las manos sabiendo que tendrán un puesto con la nueva administración. ¡Qué vergonzoso espectáculo!
Comprobemos todo lo capaces que somos. No necesitamos hipotecar nuestra conciencia. Pensemos y decidamos sin que nadie nos presione. No nos sintamos obligados a usar ropa de “marca” porque se usa. En nuestras organizaciones elijamos a quienes consideremos los más capaces. Solo los capaces triunfan. Solo los mejores son capaces de cumplir y hacer cumplir los derechos ciudadanos. Aún estamos a tiempo, aunque queda menos que ayer.

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