Tito Jara y Jorge Teke. Dos Hombres Buenos que se han Ido El Insular 18 Agosto

Cuando dos hombres buenos emprenden el camino hacia las estrella, a esas alturas inasibles, ya cumplidas sus terrenales misiones, finalizadas sus propuestas labores en beneficio y para el progreso del hombre, la comunidad se entristece. Sabe que sus esfuerzos por hacerla más fraterna, más pensante, más libre, más igual, han quedado inconclusos.
Duele saber que ya no estarán Tito Jara Troncoso y Jorge Teke Lecaros entregando esa luz necesaria para encontrar aquel sabio y tan necesario, pero difícil camino a la dignidad del hombre, a la verdad propia.
Se teme a la preponderancia de las envolventes tinieblas de la falsedad, la maldad, el interés bastardo, la indolencia ante el desposeído, los abusos solapados del mandante y los siniestros de los poderes, las castraciones al pensamiento, induciendo intolerancias políticas y religiosas.
Solo al recordar que fueron coincidentes en su titánica tarea para el desarrollo del hombre y que ambos buscaron la comunión de ideales con otros hombres compenetrados de los mismos ideales y principios, se atemperan las angustias de la comunidad. Saben que el abono que fertilizó sus simientes de hombres buenos, sigue y seguirá haciendo crecer nuevos ideales de servicio a la comunidad y más enseñanzas para que el hombre sea el arquitecto de su propio destino.
Ambos se entregaron con gozo y altruismo a servir a su comunidad en el Rotary Club. Alcanzaron las mayores distinciones, que son valiosas porque las entregan sus pares, presidiendo su querido Club. Ancud, Chiloé, Chile estaba en el lenguaje de Rotary Internacional cuando Tito llegaba representando al Presidente Mundial de Rotary en conferencias mundiales.
Y no solamente en lo colectivo, en la comunidad, entregaron su capacidad y deseos de engrandecer al ser humano. También coincidieron en su pasión por el perfeccionamiento del hombre individualmente para que, este fuera más fraterno y tolerante sirviendo de ejemplo imitable en la sociedad para lograr, finalmente, que esta sociedad toda comprendiera e hiciera suyos los principios de igualdad, libertad y fraternidad. Dentro de la Orden Masónica, alcanzaron los más altos cargos de la Docencia Masónica.
Enseñaron a sus Hermanos que en las manos de ellos están las herramientas para que, con firmeza y sabiduría, sean capaces de forjar su propio destino. Que sean Arquitectos en esa colosal obra que es el ser humano, para convertirse en parte del Gran Templo de la Humanidad y en donde tienen que encajar armoniosa y perfectamente sabiendo que les corresponde iguales derechos que exigir e iguales obligaciones que cumplir dentro de esa obra universal que construye ese Dios que, libremente se pueda denominar y venerar conforme a las personales creencias y que por respeta a los Dioses creadores de todas las creencias, cuando se comparte la fraterna mesa ecuménica se conviene en llamar el Gran Arquitecto del Universo
No les fue fácil esta misión a Tito y Jorge. Resabios del aparente lejano oscurantismo y de la cercana intolerancia que pretende negar la capacidad de la mente humana sometiéndola a ideas preconcebidas o negando las ciencias y sus avances y descubrimientos, les obligaba a ejercer una docencia basada en hacer comprender que el hombre debe razonar a la luz de la historia, sus propias vivencias y de los progresos que el arte, la tecnología y la ciencia van entregando. Enseñar que aquello que parece tan lejano como el quemar a los sabios en la hoguera para que la ignorancia permitiera tener subyugado al hombre, se sigue practicando y se condenan con la propalación amenazante de las descalificaciones arteras o de condenas en el más allá, a los científicos y descubridores de hoy.
Enseñaron a comprender que la libertad del individuo, termina en donde se inicia la libertad del otro individuo. Enseñaron que las normas éticas no constriñen las libertades individuales, sino evitan el libertinaje abusivo, opresivo y el comportamiento procaz.
Haber enseñado, en difíciles tiempos, que el hombre debe tener el pensamiento político que le acomode dentro de sus convicciones filosóficas, cuando estas no sean excluyentes, dogmáticas ni fundamentalistas, pues son la negación misma de la libertad del hombre, no le fue fácil a Tito ni a Jorge. Pero ellos estaban convencidos que el progreso de la sociedad está, necesariamente, basado en la libertad de pensamiento. Eso es libertad.
Tito Jara y Jorge Teke enseñaron que la fraternidad no es una condición, ni siquiera una cualidad. Es un sentimiento que crece cada vez que se sabe de una injusticia, de una carencia generada por la indolencia, el abandono, la prepotencia de quienes no entienden que la sociedad es el conjunto de todos los hombres y todos necesitan, les corresponde, ayuda, apoyo, amparo, protección y amor. No se trata de la limosna oprobiosa. No se trata dar el chorreo por exceso de beneficios. Tito y Jorge enseñaron a ser solidario en el dolor, en el terrible abandono del hombre en la multitud, con la viuda desamparada, con el estudiante sin medios. La fraternidad es educar, es enseñar, es guiar, es dar amor. Fraternidad es tolerar con respeto otras creencias, otras maneras de enfocar lo cotidiano. Educar al pueblo que la tolerancia no es permisibilidad ni silencio cómplice. Fraternidad es, con amor, guiar al hombre a que sea digno, respetado y respetuoso.
Recordados y distinguidos Rotarios y Masones Tito Jara Troncoso y Jorge Teke Lecaros, sabemos que viajáis en paz a la eternidad pues vivisteis conforme a vuestros humanistas principios solidarios. Os agradecemos vuestras enseñanzas.