jueves, mayo 28, 2009

Ante la Polémicas entre Iglesia Católica y Empresariado

No me parece que aún se insista en destacar un cierto odio entre capital y trabajo. Son épocas pasadas y productos de lo que se vivía en la época que justificaron las teorías de Marx y Engels. Hoy solamente quienes carecen de argumentaciones lógicas hacen renacer esta ya vetusta idea. Los trabajadores hoy están concientes de la importancia de sus empleadores. Y los empleadores saben y reconocen lo que les deben a su personal. Nadie puede negar la existencia de muy pésimos empleadores, por una parte, y de agitadores profesionales por la otra. Pero son grupos minoritarios, aunque ambos con muy buenas cajas de resonancias y asustadoras amenazas. Si debo mejorar las condiciones laborales, cierro y aumento la cesantía, dicen unos. Si no nos suben el sueldo, nos tomamos la industria, dicen los otros.
Lo que tampoco nadie puede soslayar es la situación de absoluto desnivel entre las rentas de ambos grupos. Un claro ejemplo es la tranquila convivencia de los personales de instituciones jerarquizadas. Los que parten en los niveles inferiores saben que su correcto desempeño y aprendizaje, les llevará al tope de sus carreras funcionarias. No sucede lo mismo en la industria y las empresas en general. Es evidente que la estructura es muy diferente, pero la convivencia entre superiores – ejecutivos – y subalternos – trabajadores - es una sola. No puede existir aprecio por un joven ejecutivo que se inicia con sueldo que es más de diez veces lo de un trabajador con cinco años de antigüedad, agregando que las expectativas de uno y otros son que la diferencia se acreciente en el tiempo. Si esto lo llevamos a lo que recibe un empresario, o tan solo un miembro de un directorio (solo va a las sesiones) se podrá visualizar aquello que genera odiosidades. No pueden ser iguales los ingresos. No. Sería absurdo por razones que merecen otro espacio. Pero, sí las empresas están en condiciones de pagar elevados sueldos, dietas y participaciones, debieran hacer una repartición más ecuánime.

Muchos empresarios, no tienen mayor preocupación por los asuntos de religión, o por lo menos, no los mezclan y una aparte importante de la Iglesia Católica que se centra en su magisterio y siguen lo predicado por Jesús. Aquí es donde se producen los desencuentros con opiniones divergentes.
Otra situación la conforman grupos empresariales, de poder económico y mediático, y órdenes, prelaturas o cofradías de la Iglesia Católica que trabajan mancomunada y reservadamente en un proselitismo en pos de generar individuos mental y económicamente dependientes y muy centrados y fieles a sus protectores. Es el caso del Opus Dei y Los Legionarios de Cristo. Los Jesuitas, fueron perdiendo terreno pues no pretendían separarse del espíritu cristiano por aceptar beneficios económicos que estas uniones persiguen y conllevan.
Lo que parece no importar, es que gran parte de los fondos que los empresarios, allegan al Opus Dei y a Los Legionarios de Cristo, provienen de hacer uso de granjerías y posibilidades que brindan las disposiciones tributarias. En otras palabras, son dineros que deberían entrar en arcas fiscales como impuestos para que el Estado cumpla sus obligaciones de prestar los servicios que todos requerimos. Parte con los modestos “dos pesos”, ¿los donaría para tal o cual cosa? de los supermercados, hasta enormes sumas que son directamente rebajadas de los impuestos por las utilidades de medianas y grandes empresas “benefactoras”. Nunca Impuestos Internos ha aclarado el manejo de estas grandes sumas que son entregadas por los Supermercados como “donaciones” de ellos y no de los miles y miles de clientes que a diario les estamos entregando. Otra fuente de aprovechamiento de recursos fiscales son sus actuares como sostenedores del sistema educacional. Muy bien dotadas escuelas, imparten una buena educación con especial énfasis en la doctrina católica, aquella prédica colonial, con un inmenso temor a Dios Todopoderoso y Castigador en el más allá, que va sometiendo y anquilosando las mentes infantiles que terminan aceptando un papel en la sociedad de obediencia a estas organizaciones religiosas.

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